Viñeta a viñeta I – ¿Verde o rojo?

Esa es la pregunta.
Verdad o mentira. Bien o mal. Normal o extraño. Ganar o perder.

Hoy quiero hacer la primera reseña de una nueva categoría del blog. Especialmente recomendado para mis psicólogos, biólogos y escritores, que alguno me estará leyendo. Llegó a mis manos el primer número de la nueva edición de esta obra y me ha parecido algo superior a lo que he leído en mucho tiempo. Merecedor de ser reseñado aquí. Quiero hablaros de un cómic.

Si. Esas cosas escritas hace 80 años y en las que están basadas ahora las tramas que veis en películas como Los Vengadores y Spider-Man. Esos tíos con poderes que luchan con extraterrestres. Esos dioses que luchan contra hordas de elfos oscuros cargados con naves espaciales…en fin.

Bueno, pues este es un Cómic con mayúsculas.

Hablo de La Cosa del Pantano de Alan Moore.

La premisa con la que Len Wein creó La Cosa del Pantano os puede parecer simple e incluso estúpida o repetitiva. Un científico llamado Alec Holland, que junto a su mujer Linda, trabajaba en una fórmula biorregenerativa que podría tener aplicaciones en el crecimiento de cultivos. Tras un desafortunado accidente, Alec cae junto con su fórmula en un pantano cercano a las instalaciones dónde desarrollaba la investigación. Gracias a esto, se transforma en algo nuevo. Un ente natural. Una perfecta simbiosis entre ser humano y planta que comienza a aterrorizar a los visitantes de dicho pantano, así como a todo aquel que conoció en su forma completamente humana. Hasta ahora teníamos un ser humano afectado por un accidente químico que lo había transformado en una mezcla entre planta y humano. Menuda mierda podríais decir, llegado este punto, muchos de vosotros. Hasta que llegó Moore.

Éste señor algo extravagante allá por el año 1983 se hizo cargo de esta serie, que había sido abandonada por la editorial DC después de un descenso progresivo en sus ventas tras la marcha de Wein. DC aumentó su interés por relanzar la serie gracias a una película sobre el personaje realizada en esa misma década.

Alan Moore

Alan Moore

Junto con un equipo gráfico formado por Stephen Bissette y John Totleben, que acompañan perfectamente con sus trazos a Moore en esta aventura, este caballero inglés se encargó de desmembrar la historia del personaje haciéndonos ver que hasta ese momento, el número 20 de Saga of the Swamp Thing, todo había sido mentira. El venía a mostrarnos la verdad. Esta historia no va a parar de golpear esa parte de tu cerebro que hace las preguntas ontológicas.

Y comenzó a hacerlo como siempre se debe hacer en estos casos: atando cabos sueltos.

Esta etapa comienza con la destrucción de uno de los elementos más importantes en cualquier historia. El antagonista. En las primeras páginas, Alec se dirige hacia los restos de un helicóptero dónde encuentra el cadáver de su némesis, Arcane. Una persona que abandonó su humanidad para abrazar algo monstruoso. Todo lo contrario a lo que pretendía nuestro protagonista. Alec luchaba contra su lado más natural porque no podía perder lo único que le quedaba de su antiguo yo, su humanidad. En este primer número Moore destruye una parte importante del personaje. Ese enemigo contra el que enfrentarse y poder demostrarse a sí mismo que no es un error, un desafortunado accidente natural. Que no es cómo el. Que tiene alma. Que es humano.

Bien. Llegados a este punto podéis ver que esto no es una historia de superhéroes normal y corriente, al menos no como las que estáis acostumbrados a ver. Y la maravilla comienza realmente en el número 21 de Saga of the Swamp Thing. Moore nos da una lección de anatomía. Le hace una autopsia al protagonista, literalmente hablando.

21a

Aquí se nos presenta a un nuevo personaje, el Dr. Woodrue, que también ha flirteado con la botánica como ciencia y se ha transformado en el hombre florónico, un villano de medio pelo que ya había sido presentado con anterioridad en otras series de la misma editorial. Woodrue quiere descubrir lo que yace en el interior del cuerpo de Alec. Él cree que esto le acercará más a comprenderse a sí mismo. Él espera encontrarse con algo normal. Un híbrido entre humano y planta. Una simbiosis perfecta formada por dos organismos que conviven en perfecta armonía. Pero no es eso lo que se encuentra en el interior de La Cosa del Pantano, sino algo mucho más extraño. Él encuentra un cuerpo vacío y sin vida.

Basándose en un artículo muy discutido y controvertido publicado en la década de los 50, Moore destroza todo lo creado anteriormente por Wein, privando a Alec de toda humanidad y transformándolo en algo simplemente vegetal. Digamos que demuestra que nuestro protagonista no es humano, solamente cree serlo. Alec Holland desaparece para dar vida a La Cosa del Pantano.

En esta historia nadie va a ganar. Todos los personajes sufren y luchan por encontrar de nuevo el sentido de sus vidas. Ninguno de ellos intenta vencer siquiera. Sólo intentan no perder.

A partir de aquí, el guionista nos narra, junto a las diversas tramas desarrolladas en paralelo y situadas en el entorno de la vida de Alec, una aventura de lucha interior. Una lucha por comprender el sentido de su existencia. Una pugna que puede extrapolarse a un punto de vista exterior atendiendo a los 2 personajes protagonistas, a mi parecer, en este tomo. Una lucha entre el bien, representado por Alec Holland, y el mal, que toma el nombre de Jason Woodrue. El primero lucha por la humanidad que cree sentir en su interior mientras que el segundo abandona esa humanidad tras descubrir lo que el cuerpo de Alec Holland almacenaba, para transformarse en la más pura fuerza de la naturaleza. El Dr. Woodrue se transforma en nuestro nuevo Arcane, sepultando su humanidad. Desbordándola.

Jason Woodrue se ha transformado en puro poder natural. Cree que la naturaleza habla por él y piensa que tiene que arreglar el mundo de destrucción donde habita. Controla el mundo vegetal como si fuera su propio cuerpo y lo usa para intentar destruir a la humanidad. Evidentemente, el ya no es humano. Ahora, simplemente es un poder que amenaza con destruirlo todo. Todo lo que Alec fue alguna vez. Finalmente se ha convertido en todo lo que nuestro protagonista odia. Destrucción. Lo contrario a la vida. A la naturaleza. Lo opuesto al verde . Se ha transformado en rojo.

Sin embargo, ese ente que antes era el Dr. Holland ha perdido su humanidad pero se niega a reconocerlo. Ha huido de ese mundo que le rodea y que tanto lo aterroriza. Se ha recluido en una crisálida de celulosa hasta que siente la llamada natural, que le indica que algo no va bien. Algo ha alterado el equilibrio de su entorno y él lo siente. Porque él es su entorno. Se ha mimetizado de tal manera con su pantano, que éste forma parte de él y él forma parte de éste. Son la misma cosa. Ha transcendido su humanidad pero ahora es algo mucho más grande. Alec Holland ahora es «El Verde» (sinónimo de Gaia, entre tantos otros).

No quiero seguir desvelando nada más, porque sinceramente, si aún no os ha picado la curiosidad de echarle un ojo a esta obra, es que no es para vosotros. Verdaderamente es una historia que, a pesar de basarse en una premisa fantástica, es una magnífica alegoría a la búsqueda del yo interior que tanto trabajo ha dado a filósofos y psicólogos durante tantos años.

La Cosa del Pantano, simplemente, es un gran Cómic.

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«¿Por qué… me fui… de este lugar? Quiero… caminar por aquí… eternamente. Quiero…pelearme con los cocodrilos…y revolcarme…por el barro…una y otra vez. Quiero…estar vivo…crecer…alzarme…y ver el sol.

SwampFix

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